Los cinéfilos de la década del cuarenta (1940-1949) conocen muy bien esta palabra. No solamente la conocen sino que también la asocian de inmediato con Betty Grabble y Rita Hayworth (si son varones) y con Cary Grant y Robert Tylor (si son mujeres).
Parecería haberse perdido el vocablo, pero no es así. Resucitó después de un período de oscuridad o semiocultamiento. Actualmente se emplea a menudo, sobre todo en la prensa, aunque es seguro que muchos hablantes no le dan o no le ven la fuerza expresiva que tenía en otros tiempos y hasta le incorporan algún significado traslaticio.
Glamour es un sustantivo que, en el DRAE (2001), aparece registrado en cursiva para indicar su condición de extranjerismo crudo. Dice así: "glamour. m. Encanto sensual que fascina". Si bien estás incluidas las españolizaciones glomouroso, sa y glamuroso, sa, a nadie se le ocurrió .empezar por el principio: hispanizar la palabra primitiva glamour. Menos aún anotar la forma glamoroso, sa, que figura en el Diccionario del español actual (Aguilar. Madrid. 1999) de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos y que es más acorde con la pronunciación original.
Pues bien: otro anglicismo incorporado a la corriente léxica del español, de un español que, lenta pero seguramente, va en camino de una anglicanización mucho mayor. Y casi siempre sin ninguna necesidad, pues la lengua dispone de las voces equivalentes o es suficiente por sí misma para dotar de acepciones nuevas a vocablos ya establecidos.
De un tiempo a esta parte, la mesura no parece ser propiedad de quienes tienen en sus manos la preparación del DRAE, que merece ser un DRAE verdaderamente positivo, que aproveche el caudal léxico del español revitalizando voces, aumentando significados, creando nuevos signos sin necesidad de tomar préstamos a la ligera o de seguir la línea del menor esfuerzo.
Glamour y sus derivados son prescindibles. Acudir a "encanto", "fascinación" o "atracción" es más sensato